El Blado ha muerto:
El Caimán está de luto
Si hubiera podido nacer en El Caimán Barbudo, Bladimir Zamora Céspedes lo hubiera hecho. Amó esa revista desde que estudiaba en su Bayamo natal. Cuando llegó a la Universidad de La Habana, muy rápido tocó a sus puertas y se le abrieron como colaborador en los años setenta.
Fue en 1984 o 1985 que formó parte oficial de la plantilla de una revista que convirtió en su razón de ser. Porque si todos los que hemos pasado por esa redacción nos llamamos caimaneros, el Blado no se llamaba, lo era.
Fundador en los ochenta de una peña mítica a la que se iba a discutir de lo humano y lo divino, jóvenes periodistas, poetas, pintores, actores. Luego, cuando no hubo papel fue el alma del caimán hablado y desde hace unos años, semanalmente en la casa de la EGREM se reúnen trovadores y poetas a cantar y debatir, esencia de esa revista que este año cumple medio siglo.
El Blado escribía de música, especialmente de la trova, en la que devino un experto reconocido en Cuba, España y otros países. Poeta de lo cotidiano y promotor incansable de cantores y poetas bisoños, mediante la sección Por primera vez, ideada por él, dio voz a creadores casi niños que hoy son reconocidos en ese difícil arte de hacer poesía.
Cubano raigal, defensor de la Revolución, crítico de todo lo mal hecho, con la valentía a toda prueba por defender un criterio, con su actuar mostraba la estirpe bayamesa, donde mejor cuajó la nacionalidad cubana y nació hace 65 años -según Fidelito, 64 me dijo él hace unos días-, cuando preparaba el viaje a la capital para celebrar las cinco décadas de su querido saurio.
Esas y otras miles de razones, hacen que hoy el Caimán esté de luto. Aunque sin abandonar las buenas canciones, una rica discusión y libar un suculento trago de ron, en un brindis por el Blado.
Categoría: Artículos | Tags: Bladimir Zamora Céspedes | Cultura Cubana | Nueva Trova Cubana | Poetas Cubanos | Trova Cubana | Trovadores Cubanos
1 Rafa Grillo. 5|5|2016 a las 23:18
Decía Dostoievski: Si Dios no existe, sería menester inventarlo.
El Blado era más que caimanero, era el alma misma del Saurio.
Ahora que ya no está, los que sí, no podemos dejar al caimán “desalmado”.
Hay que reinventar ese corazoncito.
El Blado ha muerto. Viva el Blado!
Que su espíritu nos guíe en este 50 aniversario para que siga la luz del Saurio.
Comparto mi dolor con los amigos, Bucanero negra mediante, porque como el Blado decía, “aquí lo que hay es que beber ron y ser revolucionario”.
No lo decía por ligereza sino por comprensión profunda. Hay que ser estoico y epicureo también. Tener responsabilidad y gozar.
Te quiero Blado, aquí y allá, aunque me dijeras el posthumano.
2 humberto. 6|5|2016 a las 1:06
hay mucho de luto: la amistad, el afecto, la enseñanza, la bohemia trovadoresca, la palabra. en lo personal, doy las gracias haber estado cerca del Blado en muchos momentos, aprender de su pasión infinita por la trova y compartir abrazos y rones. se le va a echar de menos. la suya será (es) una de esas ausencias que nunca acabaré de entender. buen viaje, maestrazo. ya nos volveremos a encontrar.
3 Alicia montoto. 6|5|2016 a las 1:35
EN PAZ DESCANSES BLADO. MI GENERACION SIENTE MUCHO TU MUERTE. GRACIAS POR TODO LO QUE HICISTES POR NOSOTROS.
4 Alicia montoto. 6|5|2016 a las 1:37
En paz descanses Blado. Mu generacion te agradece mucho todo cuanto hicistes por nosotros.
5 Paco. 6|5|2016 a las 9:55
y seguiras habitando en los corazones en el espacio profundo de cada uno que te quisimos siempre..
6 Raúl Verdecia. 6|5|2016 a las 11:29
¿Que decir del blado? Solo me viene a la mente la idea de parafrasear al más grande poeta y pensador cubano “la muerte no es verdad, cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”
7 golgota. 6|5|2016 a las 12:00
entonces era verdad. hoy lo dijeron en la revista de la mañana, pero fue tan rapido, tan corto que pense que habia oido mal. se nos fue el Blado ¿A donde? ¿con que angel beodo etrá discutiendo ahora mismo sobre como arreglar entuertos? me lo imagino de tu a tu con Dios, discutiendo y riendo de lo lindo, burlandose de aquellos estirados y encopetados que fingen un sentimineto o apoyan una idea insustancial. ¿Se nos fue el Blado? o definitivamnete se convirtió en papel y tinta para salir a sus andadas intelectuales de inteligencia superior, de estanquillo en estanquillo llamndose ahora Caiman barbudo?
¡Claro que no, hombre! ¡que no se murio nada te digo! Es solo una broma para poder entrar adentro de nosostros y dictarnos en la conciencia, directamente, todo lo util y necesario de la palbra certera y la luz que alumbra pa´lante.
8 MIGUELANGEL. 7|5|2016 a las 11:11
me uno al dolor unánime de la cultura y sus cultores, hay que acostubrarse a la partida de los grandes y a guardar espacios al dolor. aquí dejo lo que de hermoso y luctuoso deja uno de sus grandes amigos, el pintor- poeta Javier Guerra, quien me autorizó a publicarlo:
Dicen que murió a las diez y cinco de un día cualquiera/que no se notó porque era el más humilde de los sabios/el que sabía hasta morir.
9 Heidi Igualada. 7|5|2016 a las 19:12
BLADO
La Habana, 06 de mayo de 2016
Escrito por Heidi Igualada
Me recuerdo muy joven, descubriendo los predios de Radio Ciudad una otoñal tarde de octubre para hacer mi primer programa de radio. Muy flaca, guitarra en ristre, tan pálidamente… como dice Silvio. Era un programa en vivo, una revista cultural que no recuerdo el nombre, que me había conseguido mi amiga Amelia María con su amigo Sergio, que era no se qué del programa. Allí además de cantar hice unas infantiles declaraciones sobre algunos problemillas del gremio, gremio insipiente y prácticamente desconocido para mí, atrevida que soy, que era, que siempre fui. No obstante me tildaron de muy aguda aquel día.
Ya saliendo de cabina siento una voz ronca que me dice ven haz este otro programa que se graba ahora, quiero que cantes aquí y hables como quieras y lo que quieras de lo que te voy a preguntar, bienvenida a “Pisando el césped”.
Era Bladimir Zamora (que después El Blado), así con B de Bayamo -como leí en cierta antología- un tipo misterioso, fastidioso, provocativo, enigmático para los que no lo conocieron bien.
Serían finales de los 80 y me volvió a invitar. Pero aquella vez el césped ya no se podía pisar, debía presentarme yo misma en el programa y para asombro y susto del Blado que abrió desorbitadamente los ojos, espeté inocentemente ‘yo estuve ya una vez aquí cuando Bladimir hablaba todavía’.
Nunca supe que pasó antes y si paso o le paso algo después por aquella alocución mía, pero el caso es que el bocadillo se nos quedó por los siglos de los siglos.
La última vez que lo vi fue en la redacción del Caimán, en los altos de la Editora Abril hace unos tres meses tal vez, no recuerdo con exactitud. Subí y lo vi sentado entre dos de sus colegas hablando como siempre, hablando, ronco, hablando, ronco, ronco, ronco, hablando, con las suelas y la garganta ya gastadas de tanta hierba pisada, de tanto fango, de tanto mundo, de tanta vida, de tanto amor, de tanto césped…
¿Esta Fidelito? pregunté y con un lento ademan me dijo que no.
Y cruzamos aquel mediodía solo cuatro palabras: ‘sabes que te quiero’…
Y luego el abrazo.