Rostros que atraviesan la ciudad
Hay rostros que cruzan la ciudad con un sueño encendido salvando esos chorros de transeúntes que la fecundan cada día…
Para muchas celebraciones y festivales en la ciudad ellos “actúan” como manantial humano, pues detrás de sus zancadas emana un río de gente que va confluyendo y carenando en plazas y parques, aceras y balcones, postigos y ventanas atraídos por el espectáculo y el ritmo de conga y comparsa con que sonsacan a los transeúntes de este trozo de urbe adoquinada, sean turistas o nacionales, niños o adultos, estudiantes o trabajadores, torrente humano penetrando a la ciudad.
Al sonido de tambores y corneta se les descubre de pronto, desde cualquier boca calle, ataviados con vestimentas fantásticas, tricornios, capotas, cascabeles, enseres musicales, salir a la luz de cualquier festividad o sencillamente para animar con sus coloridos atuendos las callejuelas de La Habana Vieja en este verano que ya nos azota; pasacalles que realizan trenzando alegría y coreografía; música y cabriolas; teatro callejero y juegos malabáricos; estatuas vivas armonizadas con performers que transitan alzados en zancos por encima de la cabeza de los caminantes, evocando historia y mito, tradiciones y cultura, todo en gesto delirante de poesía visual y performática; la visualidad de Gigantería marca un antes y un después para cada día que hacen su aparición.
La trilogía silencio-jolgorio-sosiego presume leyenda cada vez que salen a las calles para su presentación, luego del paso de estos muchachos acorazonados que entregan a la ciudad sus rostros y la vida entera en el afán por agasajarnos y alimentar la espiritualidad de una villa que habita entre la memoria y el sortilegio, la costumbre y la novedad en una coyuntura vital apremiante.
A su ritmo La Habana Vieja se mueve cadenciosa, milagrosa y sempiterna, acogiendo de manera incesante esos chorros de transeúntes que la habitan.
La ciudad despierta
es un laberinto
y
chorros de transeúntes
invaden sus arterias
se adueñan de su luz
se abrazan a su sombra.
La ciudad despierta
albea el desafío
en la bruma me implico
bautizo al error
la duda
el tedio
el silencio lisonjero.
La incontinencia se me cuelga al hombro
en una esquina estalla el mendigo
con el mendrugo de soledad
aferrado al socorro.
La ciudad despierta
y
chorros de transeúntes
invaden sus arterias.
Categoría: Artículos | Tags: Comparsa | Conga | corneta china | poesía visual | Teatro callejero | turismo
1 Marié. 31|7|2017 a las 19:21
Excelentes fotografías!
2 pjmelián. 3|8|2017 a las 17:52
El palpitar del pueblo forma un conjunto armónico y vital con su comportamiento y léxico popular que florean pícara, traviesa y juguetonbamente a nuestra Vieja Habana y este adjetivo a nuestra capital no en sentido derogatorio, al contrario, una lisonja a su vetustidad arquitectónica e histórica.
3 robertobucetamartin. 9|8|2017 a las 9:44
que bueno que he leído este poema tuyo, me gustó mucho y te tuteo porque fui tu director en la esbec bulgaria y te recuerdo a tí y tu hermana que sé trabaja en la tv. Saludos afectuosos a ambos de tu viejo director Buceta.
4 robertobucetamartin. 19|9|2017 a las 8:20
pensé que alguna vez,en tu condición de webmaster del caiman,llegarias a leer lo que te escribí y me responderias,pero parece que no puedo esperar eso,que tu viejo director de la esbec bulgaria en artemisa recibiera la felicidad de tener contacto con sus antiguos alumnos hermanos.bueno,que le vamos a hacer.
5 Racso Morejón. 20|9|2017 a las 9:45
Lamentablemente, mi estimado Roberto, no soy el racso la que hace referencia. Hace algún tiempo le dejé un mensaje al encontrar la feliz coincidencia de su comentario, pero desde luego no le llegó, como he podido corroborar que sigue nuestra revista se la hago saber ahora por esta vía dadas las circunstancias, no obstante me alegra su amor por sus ex alumnos y desde luego el hecho mismo que nos lea y admira mi trabajo, que no es más ni menos que el trabajo de un gran equipo de realización. Gracias pues.